En el centro histórico casi no existen predios libres de construcción, ni arbolados. Por eso cuando nos contactaron para diseñar éste centro de producción de comida vegana, vimos una oportunidad muy interesante para transformar el uso del suelo urbano a suelo productivo.
Propusimos algo que pareciera entre una fábrica y un laboratorio, de ahí el nombre «foodlab». La idea era que pudieramos tener, desde la calle, una pista de lo que sucedería al interior de este predio.